Testimonio Flor Podesta

Comenzaron con infecciones en el útero, e intestinales, pero antes de eso la sensación general fue de decaimiento, falta de entusiasmo, un estado de “tener sueño“ todo el día, y a medida que pasaron los meses, una agitación permanente, el pulso acelerado, dolores en las articulaciones y una niebla mental constante que se instaló para no irse.


Podría hablarse también de una forma de depresión, porque en ese estado no me quedaban muchas ganas de vivir, pero mi certeza es que no en de origen psicológico, porque cada vez que tomaba antibióticos me sentía falle y completamente normal, como antes. Después de pasear por todos los médicos ortodoxos de diferentes especialidades, que terminaron por mandarme antidepresivos y antibióticos durante 6 meses por no saber cuál era el problema conmigo, decidí) abandonar la medicina ortodoxa (oficial porque me di cuenta de que no me estaba llevando a ningún lugar bueno, y no ellos tenían ni Idea de lo que me pasaba.


Después de tres meses de antibióticos, con mil efectos secundarios, dejé de tomados (nunca tomé los antidepresivos porque sabia que el problema estaba en mi cuerpo, no en mi mente) y fui a ver a un médico acupunturista súper recomendado en la Ciudad de México, el Doctor Martínez Amor Dese es el nombre real).


Esta persona vio que mi estado de salud era muy malo, que mis órganos no funcionaban bien, y me trató durante tres meses de manera Intensa, hasta sacarme de ese estado de enfermedad constante y dejan,me en un estado más aceptable, aunque nunca bien del todo.


Casi al final del tratamiento, al ver que mi avance en la salud resultaba tan difícil, me dijo ”déjame ver tu boca”. Cuando vio mis muelas llenas de amalgamas, y me preguntó cuántas endodoncias tenia (12 por aquél entonces, desde la adolescencia, me miró muy seriamente y con mucha tristeza me dijo ”hasta que no te quites todo eso de tu boca, hagas lo que hagas, no te vos a curar” .


Me explicó que las amalgamas son un veneno permanente casi radioactivo que se filtra a todo el cuerpo durante años, dañando los órganos y en particular el sistema nervioso, el cerebro, y el sistema inmune. Además, las amalgamas son como pilas eléctricas, así me dijo el Doctor Martínez Amor que interfieren constantemente con las ondas cerebrales. Y que las endodoncias son dientes muertos que son un nido donde habiten millones y millones de bacterias, hongos y virus que se van todo el tiempo al torrente sanguíneo, o que por ser tejido muerto está fuera del alcance del antibiótico.


La única opción seria quitar ese órgano muerto, como uno razonablemente tendría que quitarse un brazo con gangrena, porque es una locura dejárselo pegado al resto del cuerpo sano. (Tuve que dejar de ver a este doctor porque era muy caro y mi economía ya no lo permitía).


En efecto, la sensación que yo tenia todo el tiempo no podía describirse mejor. Un estado de Infección generalizada, sepsis e intoxicación permanente, y una -interferencia- constante en mi estado mental, dificultad pan pensar, incluso pan sentir, pulso acelerado, etc.


Todo esto se quitaba solo cuando tomaba antibióticos (o antifúngicos también). Era la primera vez que escuchaba algo así, y la idea de quitarme 12 muelas y tener que cambiar todas las amalgamas y hacer coronas, etc, me parecía una locura, pensé que tenía que haber otro camino.


Durante los siguientes 9 años probé todas las terapias alternativas que existen en este mundo: terapia de imanes, medicina cuántica, diferentes sanciones energéticas, terapia psicológica, ayunos, homeopatía, ayurveda, etc. (ya no recuerdo, fueron tantísimas). Todo me traía una mejoría temporal, pero después todos los males regresaban. Cada tanto tomaba de nuevo antibióticos, y mejoraba mientras los estaba tomando, pero recala apenas los dejaba de tomar. El último gran síntoma que se acumuló a todos los demás fueron leves crisis epilépticas (nunca convulsiones) y ataques de pánico.


El neurólogo me diagnosticó una disfunción eléctrica cerebral-. En la medida de todo esto tuve que hacerme tres endodoncias (todas a la vez) porque estaban ”mal hechas”, y la verdad es que me negaba a extraer esas muelas y quise probar antes todas las opciones. Entonces hice un gran descubrimiento. Durante la semana que el dentista dejó abiertas las endodoncias con una medicación desinfectante !!Me sentía mejor!! Se levantó mucho de la niebla mental, se relajó la taquicardia, la inflamación abdominal cedió un poco, y me sentía más feliz. El día que regresé al dentista para que terminara (y sellará) las tres endodoncias, al salir del consultorio sentí de repente una gran opresión en el pecho, y como si se apagaran las luces de mi cerebro. En seguida me di cuenta de que lo que pasaba en mis muelas tenía un efecto directo e inmediato en todo mi cuerpo y en mi mente también. En toda mi persona, en todo mi ser, por decido de alguna manera. Fue muy traumático porque significó darme cuenta de que el Dr. Amor tenía razón.


Entonces, leyendo e Investigando, acudí a una terapia médica creada en Alemania, la Terapia Neural, que actúa directamente sobre un sistema nervioso traumatizado, con el objetivo de -resetear- los cortocircuitos de los nervios, y regresando a un funcionamiento normal, mediante pequeñas inyecciones de procaína en -puntos gatillo-. Según este paradigma médico, las amalgamas (por el metal tóxico y el efecto eléctrico), las endodoncias (por la cantidad de bacterias), y los dientes traumatizados, constituyen las “Interferencias“ más graves para el sistema nervioso, procurando problemas a distancia, neurológicos, e incluso psiquiátricos. Y la única forma de solucionarlos es eliminando la interferencia, es decir, las amalgamas, o los dientes muertos (endodoncias).


Fui con el Dr. Armin Reimers, en la Ciudad de México, médico de la Embajada de Alemania y el mejor terapeuta Neural del país, y uno de los mejores de América Latina. Cuando le conté mi caso, me pidió una radiografía panorámica de la boca. Al verla me dijo, podría inyectarte en todo el cuerpo, pero tenemos que hacer prueba primero de inyectarte solamente en tus muelas, para saber si los campos interferentes que te causan todas estas cosas están ahí. Si durante uno o dos días después de la terapia se van tus síntomas, entonces yo sabré que tu problema se originó en las muelas. La mejoría va a durar solo dos días porque los campos interferentes continúan allí, hasta que no se quiten la mejoría no puede ser permanente’. Hicimos el experimento y ahí vino la gran revelación. Inmediatamente después de las inyecciones en las raíces de las muelas (unos piquetes muy superficiales que no duelen), todos mis males desaparecieron en segundos. Pero lo más impresionante fue el cambio en mi estado mental. De repente me sentía feliz, concentrada, enfocada, tranquila, relajada, comunicativa, creativa, optimista. Un estado que no experimentaba desde hacía años.


Efectivamente, este estado de gracia duró dos días, y después regresó la nube negra. Fue muy duro darme cuenta de que habla llegado la hora de tomar medidas drásticas.


En ese periodo me quité unas 6 muelas con odontólogos en la ciudad de México. Mi mejoría fue inmediata (en segundos después de extraída la muela), pero a los 3 meses me sentía muy mal, incluso peor que antes, y me dolía mucho la mandíbula y el maxilar en el sitio de las extracciones. Entonces comencé a leer, en literatura médica sobre la terapia neural, y me enteré de que a veces al quitar una muela que estuvo con infección (endodoncia) durante mucho tiempo, el hueso no se recupera ni se regenera y sigue la infección. Hay una solución, que es la cirugía de cavitaciones, que consiste en volver a abrir el hueso y limpiar toda la zona de una manera especial hasta solo dejar el hueso sano. Esta cirugía solo la practican los dentistas biológicos (los dentistas ortodoxos ni siquiera creen que esto sea una posibilidad).


Para hacerla corta, me puse a investigar y descubrí que en México solo existían 3 dentistas biológicos y los 3 (creo) en Tijuana. Estudiando a los tres, el que más me convenció fue el doctor Ornelas. Su manera de trabajar me pareció la más completa, porque también utiliza ozono para desinfectar, y el precio era razonable. Además tenía el entrenamiento en el protocolo del Dr. Huggins, lo mejor (y lo más realista) en odontología biológica, y trabajaba con pacientes con cáncer y problemas psiquiátricos, y otras muchas calificaciones.


Llegué con mucho miedo a Tijuana, pensando si estaba haciendo lo correcto. El Dr. me recibió en su consultorio impecable, e inmediatamente me hizo sentir una confianza y tranquilidad total. Por primera vez alguien me entendía cuando le contaba mi historia y no pensaba que estaba loca. Y por primera vez alguien me ofrecía una solución permanente y con fundamentos. (NO me tocaba quitarme amalgamas con el Doctor, porque ya me las había quitado antes con dentistas ignorantes, que no tomaron ninguna precaución.


Tuve que desintoxicarme del mercurio de las amalgamas durante años, pero esa es otra historia). Para resumir, en esa ocasión fue una cirugía de cavitaciones, bastante grande porque fueron 3 cuadrantes de mi boca. Durante la misma cirugía, a medida que el doctor limpiaba, iba sintiendo en simultáneo la mejoría. Como si me quitaran 1000 kilos de encima, la niebla mental se iba, la depresión y el nerviosismo se iban, la agitación del corazón, la inflamación abdominal, etc. Luego aplicó el ozono, y algo que me pareció fundamental, el plasma rico en plaquetas fabricado con mi propia sangre, para que la cicatrización fuera casi inmediata.


El trato del doctor es genial, compasivo, inteligente, y se nota que sabe lo que hace. Lo que había sido para mi algo inexplicable y anormal, para él era algo que veía todos los días. Eso fue un alivio también (no sentirme tan extraterrestre…).


Salí de allí en un estado abismalmente diferente del que había entrado. Por más que no pude comer por unos días, me sentía feliz, y físicamente muchísimo mejor que en los últimos 10 años. En esa ocasión no me animé a quitarme las 6 muelas con endodoncia que me quedaban, porque era otra decisión muy drástica, ya que casi no iban a quedar muelas. En el par de años siguientes mi salud se estabilizó bastante, pero siempre tengo recaídas. Me costó mucho decidirme a quitar las endodoncias que me quedaban, y no lo hice todo de una vez, cosa que ahora creo que habría sido mejor, para poder recuperar la salud más rápido.


Fui varias veces a Tijuana para quitar las endodoncias que quedaban, porque el doctor me dio la confianza total de que estaba quitando y limpiando el sitio de la extracción con los protocolos de la odontología biológica, cosa que jamás hace un odontólogo – normal- y ya sabía de las consecuencias de extraer una muela sin este método de -cavitaciones-.


La solución de mi salud con estas extracciones fue permanente. Fue lo único que funcionó. Puedo decir que en el instante en que cada muela con endodoncia era extraída, mi corazón se liberaba de mil kilos, mi mente ganaba más claridad y tranquilidad, y mis inflamaciones se sentían disminuir. El efecto de la mejoría es el segundo, porque el cuerpo ( y el cerebro) finalmente se liberan de un peso de bacterias y toxinas infinitas que ha venido cargando durante años.


Además, los ataques de pánico y las crisis epilépticas desaparecieron totalmente. Regresaron mis ganas de vivir y de hacer cosas, y mi salud se va reconstruyendo, y me siento cada vez más estable y más fuerte (y más joven!!!). Tener pocas muelas es obviamente incómodo desde otro punto de vista, pero me sentía tan horriblemente mal antes que si volviera atrás en el tiempo no dudaría ni un segundo en volverlo a hacer. Soy consciente de que hay personas mucho menos sensibles físicamente, o que tienen un sistema inmune a prueba de balas y que pueden aguantar el peso de estas infecciones mucho mejor, o por mucho más tiempo, y tal vez estas personas no van a necesitar recurrir a estas acciones tan drásticas. Pero también sé que hay muchas personas con muchos problemas de salud crónicos, físicos, neurológicos e incluso psicológicos, que tienen su origen en el hecho aberrante y contra todo el sentido común, de tener pegados a 5 centímetros del cerebro uno o más órganos muertos y permanentemente infectados.


Ahora que sé de esto, porque no tuve otra opción que enterarme debido a mi difícil historia, me parece increíble que médicos y odontólogos que estudiaron durante años no admiten esta cuestión tan evidente, aplicando medicamentos y tratamientos inútiles cuando el origen del problema es tan obvio.


Le recomiendo a las personas que están en este mismo proceso, que no tengan miedo, que es mucho más pesado y doloroso no tener salud que no tener algunos dientes.


Si no hubiera llegado a mí esta información y no hubiera ido con el Dr. Ornelas, no sé dónde estaría ahora.

Flor Podesta